El ámbito que he decidido profundizar es la brecha de género en el sector tecnológico, ya que me encuentro trabajando en el Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública. Y es que, a pesar de los avances en diversas industrias, el ámbito de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) aún presenta una marcada desigualdad de género. Solo una pequeña proporción de los profesionales en el ámbito digital son mujeres, y este número se reduce aún más en áreas como la inteligencia artificial. En España, la participación femenina en tecnologías digitales también es limitada. Además, las mujeres en este sector enfrentan una significativa brecha salarial y barreras para acceder a puestos técnicos y de liderazgo, lo que refleja la persistencia de obstáculos estructurales.
En la noticia analizada se pone de relieve que las principales desigualdades están relacionadas con la baja representación femenina en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y en empleos tecnológicos. En las ramas de ingeniería e informática, la presencia de mujeres es preocupantemente baja, con apenas un 13,5% y 27,9% respectivamente. Esto no solo limita el acceso de las mujeres en este sector, sino que también perpetúa los estereotipos sobre la capacidad femenina en áreas técnicas. Además, la brecha salarial sigue siendo una realidad, siendo el salario inferior al de sus compañeros masculinos. Menos del 20% (un 19,4%) de los especialistas en tecnologías digitales son mujeres.
Considero que uno de los factores que contribuye a esta brecha es la socialización diferencial de niñas y niños, la cual tiene un papel fundamental en el origen de las desigualdades de género observadas. Desde temprana edad, los niños y niñas son expuestos a estereotipos de género que condicionan en gran medida sus intereses, habilidades percibidas y expectativas profesionales, y eso afecta profundamente su orientación hacia ciertas carreras. Por un lado, las niñas suelen recibir refuerzos culturales que las orientan hacia roles tradicionalmente femeninos, vinculados al cuidado, las emociones o las humanidades, mientras que a los niños se les fomenta más la exploración técnica, el uso de la lógica y la experimentación con tecnología. Este fenómeno se verá reforzado en la etapa educativa, donde se les asignan juguetes y actividades diferentes, siendo las niñas más expuestas a juegos relacionados con lo social o lo estético y los niños a juegos basados en la resolución de problemas técnicos o mecánicos, como pudimos ver en el vídeo de la BBC de este módulo.
Para reducir estas desigualdades, creo que es crucial intervenir desde la educación temprana. Esto generaría un efecto de bola de nieve, haciendo que cada vez fuera menos común que se estereotiparan cosas carentes de género como “femeninos o masculinos”; más en concreto, promovería programas que incentiven a niñas a interesarse por la programación y las habilidades digitales y fomentaría la visibilidad de referentes femeninos que hayan triunfado en el sector (la falta de modelos a seguir refuerza la idea de que la tecnología es un campo exclusivamente masculino). Adicionalmente, es necesario promover políticas de igualdad en las empresas, que incluyan medidas como la transparencia salarial y el fomento del emprendimiento femenino en tecnología.
En resumen, considero que la brecha de género en el ámbito tecnológico es un problema profundamente arraigado en la educación temprana diferencial y los estereotipos de género. Solo a través de una educación inclusiva, la representación de mujeres en el sector y la implementación de políticas igualitarias podremos avanzar hacia una mayor equidad.
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